“Estamos hechos del mismo material que los sueños.”
– William Shakespeare.
Sábado por la noche. Acabo de terminar de ver por primera vez El Rey de la Comedia, escribo esto mientras escucho la banda sonora de Taxi Driver y una vez más pude confirmar mi fanatismo por el cine de Martin de Scorsese.
Incluso a mí, que no me gusta referirme como fan de algo o alguien, debo aceptar la idea de que la cinematografía de Scorsese me impresiona por muchas cosas, pero una de las más importantes, si no la más importante, es por la forma que tiene de dotar de vida y empatía a personajes abnegados por la sociedad y minimizados. En este artículo expondré el gran ejercicio de empatía hacia la gente que ha provocado en mí disfrutar de las películas de mi director favorito (hasta el momento): Martin Scorsese.
Los protagonistas, los mártires del sistema.
Si yo te dijera que pienses en el protagonista de una película, ¿qué te viene a la mente? Seguramente muchos piensan en un galán musculoso que todo le sale bien, o que sufre por causas injustificadas que posteriormente superará y dará el triunfo al amor o al éxito.
En muchas de las películas de la mancuerna Scorsese y De Niro, la trama se desenvuelve alrededor de un personaje que no es virtuoso (característico también del cine de los 70’s) y nos permite ver la perspectiva que desgraciadamente muchas personas sufren alrededor de nosotros.
La forma en la que están escritas estas tramas le dan una psicología contundente a los personajes; tanto que “justifico” (y lo pongo entre comillas porque los delitos no deben ser justificados) las acciones de los personajes desde una perspectiva de intérprete. El personaje de Rupert Pupkin es mucho más que un “rarito”, es el reflejo de quién soy yo hoy en día: un hombre que tiene entrevistas consigo mismo, hablándole a una audiencia inexistente mientras desea un espacio en “la industria”.
La desagradable jerarquía social.
Es cierto que Pupkin es un personaje obsesionado con la idea de ser el gran presentador de un programa nocturno de comedia. Él piensa que ya está listo para serlo e incluso ve inferiores a los demás; mientras los demás lo ven inferior a él. Es cierto que este personaje lo lleva a un extremo, pero no me parece del todo incorrecto su pensamiento. Los procesos en muchos trabajos que vemos todo el tiempo no son por una cuestión natural de preparación. Muchas veces se dan porque los que están arriba quieren humillar a los aspirantes.
En este punto en particular Pupkin me parece un visionario y un desafiante de las normas y lo preestablecido. Rebelde no es simplemente el que fuma, se siente un chico malo y no hace nada de su vida; sino el que cuestiona para implementar nuevas formas de vida.
Más vale ser rey por una noche, que tonto por toda una vida.
El punto álgido de esta película es la obsesión de Pupkin por la fama. Vivir en carne propia, fuera de su imaginación, el sueño que siempre tuvo era lo más valioso para él; más valioso que su libertad. Esto siempre me ha puesto a pensar sobre el valor que le damos a los sueños. Para mí, no debemos obsesionarnos con ninguna idea o persona en nuestra vida, ya que muchas veces nos estanca en el mismo lugar por años (o por toda una vida).
En lo personal, soy un obsesivo como Pupkin, pero intento aterrizar lo más posible todos mis sueños. ¿Lo lograré? No lo sé. Es algo que sólo el tiempo y el trabajo constante dirán. Pero sin dudarlo me identifiqué tanto con esa película, que posiblemente sea un Pupkin por la vida.
En fin.
Espero nunca llegar al punto de privar de su libertad a un actor con tal de ser yo quien salga en las películas. Este pequeño escrito queda como una página en el diario de mi vida. Esperando tener un mejor desarrollo que Pupkin, y alcanzar mis metas no por un escándalo, sino porque realmente tengo las cualidades para estar ahí.
Te entiendo Pupkin, pero tal vez yo sí quiero ser un tonto por toda una vida…
Pero el rey de esos tontos.
Se despide su Rey de la Comedia por excelencia. Hasta que mis palabras te alcancen.
Jorge Rosas.